El presidente de Estados Unidos, Joe Biden ha decidido prohibir las inversiones estadounidenses en una docena de empresas chinas de tecnología y defensa con supuestos vínculos militares.
La nueva orden ejecutiva, informada por la Casa Blanca esta semana, entrará en vigor el 2 de agosto y afectará a 59 empresas del país asiático, entre ellas el gigante Huawei y las tres mayores compañías de telecomunicaciones del país.
Se trata de una ampliación de la orden firmada previamente por su predecesor, Donald Trump, que promovió un endurecimiento de la postura con China y llevó a algunos expertos a advertir de una «nueva guerra fría».
Incluso antes del anuncio oficial de la Casa Blanca, China insinuó que tomaría medidas en respuesta y condenó la decisión.
¿En qué consiste la orden?
La orden amplía el alcance de otra orden ejecutiva firmada el pasado mes de noviembre por el ex presidente Trump, que vetó las inversiones del país en una treintena de empresas chinas por apoyar supuestamente el aparato de inteligencia, militar y de seguridad de Pekín.
El propósito del veto es garantizar que las inversiones estadounidenses «no apoyen al sector de la defensa de China«, dijo la Casa Blanca de Biden.
«Las prohibiciones están intencionadamente dirigidas a maximizar el impacto y minimizar el daño a los mercados globales«, añadieron los funcionarios estadounidenses.
También pretende impedir que las empresas receptoras cuyas tecnologías de vigilancia «contribuyan, dentro o fuera de China, al espionaje de minorías religiosas o étnicas; o faciliten la represión y los graves abusos de los derechos humanos», añadió.
La decisión se produce en medio de graves acusaciones de abusos de los derechos humanos por parte de China contra los uigures en la región de Xinjiang, donde la vigilancia del grupo está bajo escrutinio.
El gobierno de Biden también ha acusado a Pekín de actuar de forma más agresiva en el exterior y de aumentar la represión en el interior.
Varias empresas chinas de la lista han calificado de «infundadas» las acusaciones de Washington.
De hecho, Xiaomi, uno de los principales fabricantes de teléfonos móviles del mundo y principal competidor de Huawei en el mercado chino, presentó una demanda en los tribunales federales de Estados Unidos y la ganó, lo que obligó al gobierno estadounidense a retirarla de su lista negra.
En la lista actual, sin embargo, están las tres mayores empresas de telecomunicaciones del gigante asiático: China Mobile, China Unicom y China Telecom.
Huawei, otro de los grandes afectados, dijo recientemente que las sanciones estadounidenses impuestas en 2019 tuvieron un gran impacto en su negocio de telefonía móvil.
La Casa Blanca también tiene previsto ampliar la lista periódicamente y dará a los inversores estadounidenses un año para desprenderse de sus activos en estas empresas.
La respuesta de China
Pekín condenó la decisión del viernes y acusó a Estados Unidos de «dividir y restringir sin escrúpulos a las empresas chinas».
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Wang Wenbin, expresó la «firme oposición» de China a la orden, que, según dijo, socava «no sólo los derechos e intereses legítimos de las empresas chinas, sino también los de los inversores mundiales, incluidos los estadounidenses».
«El bloqueo de Biden a 59 empresas en virtud de una orden modificada de Trump ‘solo levantará una piedra que caerá por su propio pie’, dicen los expertos», titula el nacionalista Global Times, que la califica como «la orden más radical» contra China desde que el demócrata asumió el cargo.
En el artículo, el periódico ofensivo recopiló opiniones de expertos de todo el país que advirtieron que la creciente guerra tecnológica entre China y Estados Unidos «no cambiará bajo la administración de Biden» y que el nuevo presidente está llevando a cabo una «estrategia más amplia y profunda» para competir con Pekín.
La medida se produce después de que las dos potencias reanudaran las conversaciones comerciales por teléfono.
En su primera «reunión» bajo el mandato del presidente Biden el mes pasado, los funcionarios de ambos países se reunieron para tratar de «ampliar el comercio bilateral», estancado desde 2018 por la guerra comercial desatada por Trump.
«Las dos partes mantuvieron intercambios sinceros, pragmáticos y constructivos con una actitud de igualdad y respeto mutuo», dijo el Ministerio de Comercio de China.
Sin embargo, Biden insistió en que los aranceles existentes se mantendrán por ahora mientras intenta resucitar la economía estadounidense, que se vio fuertemente afectada al comienzo de la pandemia pero que ahora se está recuperando.
